Ahora que tengo un ratito, y que estamos todos más tranquilos, quería dedicaros algunas palabras que no he podido deciros en clase porque ya habéis visto que la profe es muy llorona!
Durante el tiempo que hemos estado juntos he aprendido de vosotros cada día y en muchos momentos os habéis convertido en mis maestros, recordándome lo importante que es seguir siendo un niño aún cuando eres un adulto. Me gustaría pedir disculpas si alguna vez no lo hice bien: como ya lo hemos hablado en varias ocasiones, para aprender es necesario equivocarse.
Hace años leí una frase que se me quedó grabada para siempre: “educar a un niño es todo lo que hacemos cuando no estamos educando”. No se lo que os llevaréis de mí, pero he intentando dar lo máximo de mí día tras día, sin perder el buen humor y las ganas de trabajar, de enseñar y de aprender.
Sois una clase muy especial llena de talento y de creatividad. Tenéis músicos/as, cantantes, cocineros/as, bailarines/as, verdaderos genios matemáticos, futuros/as maestros/as, veterinarios/as, lectores empedernidos a los que ojalá un día tenga el gusto de leer sus propias historias, programadores, malabaristas, magos/as, pianistas, guitarristas, escritoras de cuento inigualables, mecánicos de bolígrafos que seguro algún día serán, como mínimo, mecánicos de Ferrari, creadores del mejor videojuego jamás inventado, dibujantes que en un futuro tendrán su propia exposición y hasta una futura presidenta del gobierno!
Nunca perdáis esa esencia que os caracteriza y que os hace únicos. Y no dejéis de equivocaros! Aún tenéis que aprender muchísimas cosas con vuestra profe María. Queredla mucho mucho!
Os voy a echar mucho de menos porque tengo que reconocer que, en este tiempo que ha pasado volando, me ha dado tiempo a quereros mucho, muchísimo.
Sandra.